La Fuerza de Perseverar (4)

Yo me mantengo tranquilo; trato de citar a los artistas nuevamente. A la semana siguiente (7 de Noviembre) no asiste más de la mitad, público incluído. El cura no puede ir a filmar, ni prestar el video, el anuncio ya esta hecho, si no hay programa la gente no creerá en mi jamás. Siento una responsabilidad con el público.

Sábado 7 de Noviembre :  Por la mañana mi padre llega a la Radio del Colegio en la que yo laboro transmitiendo. Me informa que lo lleve donde el cura, me doy cuenta que lleva su chequera, siento alegría por que me doy razón de no estar solo en esto.

El cura no esta. Me siento perdido, se va mi padre y después de clases voy como inconscientemente al Salón y lo arreglo no con mucha prisa hasta que toca la una de la tarde. Entonces desganadamente me dirijo a mi casa sin ninguna gota de esperanza. Al entrar en ella, mi madre me dice que se consiguió una cámara pero hay que ir a buscarla a la comuna de La Reina (a las 16hrs era el programa).

Llegamos allá y trajimos dos videos. Son las 15hrs. No tengo tiempo de almorzar. Mi madre insiste, como poco. Diez para las cuatro parto en automóvil de mi casa con dos videos, una cámara y un televisor (para ver de inmediato los errores) en el trayecto yo haciendo la tarjeta de animador y es ahí cuando mi padre me dirije la palabra : “Espero que ésta sea la última vez de éste juego de ricos”. Se dirige a mi programa como “juego de ricos”. Me destruí.

Sentí varias murallas que me caían por mi espalda y yo que pensé que íbamos juntos de la mano rompiendo hasta la más dura barrera. Pero me encuentro solo en un vacío sin fin; quería en ese instante regresar a mi casa, sentarme en mi cama y ver t.v. Eso quería Jaime Huerta pero GALO insistía en continuar y en no echar a perder esa semilla que ya estaba por germinar.

Llego allá, bajo los equipos pesados, la gente me mira con extrañeza. Un joven con terno plomo (nuevamente) y una cámara y equipos avaluados en medio millón de pesos en las manos (*Nota : Estimación año 1987*).

Veo a mi alrededor, todo me da como susto. Sin ganas estaba, el público se había espantado, ya era tarde “Y todo para esto” –pienso. En eso, aparece un cantante que ya resignado se iba a la casa, me ve. Soy su salvación. Me muestro serio, agotado, talvéz con ganas de llorar por todo lo que había sucedido, pero me portaba valiente por que ni los escollos más inimaginables me hicieron titubear hacia mi objetivo.

Continúa à

*LA FAMILIA ES UN PUNTO DE APOYO INDISPENSABLE*



Texto Original :





No hay comentarios:

Publicar un comentario